“Territorios”
Verónica Baeza, Guillermo Núñez
Santiago de Chile
¿Qué es territorio? se preguntan estos dos artistas unidos por una larga amistad y por una trayectoria común en el sendero ideológico. Y responden: “Para nosotros, es apropiarnos del paisaje, del paisaje humano, del paisaje del alma; nuestro lugar en el universo, nuestro modo de ver el mundo. Dar un sentido al espacio que aquí ocupamos, dar sentido a la existencia, a nuestros anhelos y esperanzas; un resplandeciente terremoto, una marca, un señuelo. Nuestros sueños…”.
En esta muestra conjunta han querido unificar sus formatos y soportes: cada uno presenta diez obras en papel, siete de 100 x 70 cm , y tres de 35 x 50 cm , donde despliegan técnicas mixtas. Entregan así una propuesta donde se leen dos lenguajes, dos universos plásticos cercanos y contrapuestos, como dos planetas que orbitaran en forma centrífuga y centrípeta a la vez.
El trazo, el color y la mancha en Núñez no rehuyen jamás la embestida del recuerdo, no tienen sentido si no es para mantener viva la llama de la memoria, del dolor y la impotencia, la violencia del pasado que no termina nunca de pasar y sigue conjugándose en presente a lo largo y ancho de su obra. Una tentativa que colinda con la eternidad, pero donde el único descanso posible es el de quien sacia su afán de narrar lo inenarrable, de traspasar la barrera del pudor y seguir plasmando aquello que muchos ya preferirían olvidar. Sin embargo, la tensión entre los diversos elementos pictóricos, la semántica del terror, se atenúan en las obras presentadas en esta muestra. La abstracción y el intenso cromatismo podrían sugerir un amplio espectro de fantasías a un espectador inadvertido de la aguda prosa de este artista, que se ha sumergido en los holocaustos de la humanidad, “culpable de existir”, como ha escrito en una de sus numerosas publicaciones.
Las imágenes de Verónica Baeza, intervenidas digitalmente, los bordados, collages y los gofrados que acuña en sus trabajos hablan de una artista que regresa a su obra tras una involuntaria ausencia, para volver a meter las manos en la corteza de los árboles y exprimir de ellas la sabiduría de la Tierra. Si bien en su propuesta todo es armonía, búsqueda, plenitud y entrega, hay una fragilidad que subyace en esta serie, que puede aludir a la condición del ser humano, a su destino histórico, a la amenazada y amenazante naturaleza. El blanco que adquiere un importante volumen en esta obra de gran depuración, rememora un vacío o un silencio, más elocuente que palabras, gestos, o colores derramados a borbotones. Un sinnúmero de cruces aflora también en estos trabajos recientes de Baeza, al igual que en los de Núñez, cruces que se perfilan como artificios plásticos.
Para Guillermo Núñez, se trata del choque de dos contrarios: “el torturador y el torturado, el cazador y su presa, el débil y el poderoso, la lucha entre el oprimido y el que ostenta y ejerce con violencia el poder, la rabia amarga del humillado y quien le hiere, el herido y su victimario”.
Para Verónica Baeza, una cruz es simplemente “una línea vertical y una línea horizontal. Una marca humana que reduce la libertad. Una barricada, una barrera. Un signo de confrontación, misterio, incógnita, un enigma…”
“Territorios” fue una invitación extendida por Galería Trece a estos artistas, que ofrecen al unísono su incursión por las fronteras entre la materia y el espíritu, entre el hombre y la naturaleza, entre el relato histórico inmutable y un porvenir que se representa en intervalos de ese mismo pretérito raconto -en Núñez-, o en ritmadas pausas de luz y marcas que escudriñan el paisaje del hombre -en Baeza-.
“Territorios” es a la vez una invitación a ver tras las sombras, el paso y el peso del tiempo, como escribió Octavio Paz en “Carta de creencia”:
“Entre la noche y el día
hay un territorio indeciso.
No es luz ni sombra:
es tiempo.”
Marilú Ortiz de Rozas
Gentileza: Verónica Baeza
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