PRIMER CONCURSO “ALBERTO LUDWIG” HUMEDAL “LA ISLA” CONCON.
Por: Arnoldo Carvajal Letelier. Licenciado en Arte,
Curador I Concurso de Pintura Insitu
“Alberto Ludwig” Humedal La Isla. Concón.
La Pintura IN SITU.
… hablar sobre el paisaje… el paisaje, como género autónomo de
la pintura.
Se dice que la pintura
del paisaje es hija del romanticismo, corriente en sus inicios literaria y
filosófica, surgida a fines del siglo XVIII como una respuesta y reacción
frente al pensamiento racionalista en la época de la Ilustración, rechazando
toda normativa clásica que
oponía el culto al subjetivismo, creando una
exaltación de la naturaleza y la proyección de sentimientos. Resultado de esto, la pintura paisajista interpreta plásticamente lo que más se adecuaba
al espíritu romántico, potenciando la imaginación, que permite que se
manifieste la expresión interior del artista.
Durante ese tiempo la pintura se nutría de los “grandes
temas”, en una
jerarquía que iba en el orden de temas: históricos (religiosos, mitológicos) retratos, paisaje, naturaleza muerta.
El paisaje aparecía en estas obras solo como telón de fondo.
El romanticismo liberó al paisaje, dotándolo de dignidad, de tal
modo, que al
presentarse el “paisaje desnudo” liberado de situaciones, conflictos, figuras
donde no existe un “asunto” que narrar, se ofrece como campo abierto en un terreno fértil para plasmar toda
la carga emocional del artista, en un lenguaje libre de las normas académicas y dependencias
de cualquier tipo.
El paisaje representa entonces la
“liberación de la pintura” del control de la literatura y de la jerarquía de los temas impuestos por la
Academia.
La pintura entonces “sin tema”, el
lenguaje debía valerse por sus propios medios plásticos (color, composición, equilibrio, etc.) y
mediante esta liberación, se
da inicio
a la posibilidad de
la pintura para
conquistar su plena autonomía
que la identifica hasta nuestros días.
El desafío ahora
era lograr que el pasiaje lograse validarse como expresión pictórica,
con plena libertad creativa del artista.
En este escenario se
pusieron en tensión las categorías de lo Bello y lo Sublime, dos corrientes que
tensaron al paisajismo.
Lo sublime como emoción
asociada a la idea de grandeza, de inalcanzable plenitud. De allí que acudía a imágenes
sobrecogedoras de vastedad, de fuerza, de furia de la naturaleza. Esto era aún más notorio con la
visión de una naturaleza virgen descontaminada pero -al mismo tiempo- con una percepción de una
naturaleza potente y amenazante.
Lo bello -en cambio- se vinculaba a la idea de un
paisaje amable acotado a escala humana. Estos dos conceptos serán los polos
dentro de los cuales el paisaje se inscribió en la historia de la pintura no
solo para quedarse, sino para transformarla.
El paisaje en Chile se convierte en una constante desde mediados del siglo XIX hasta hoy,
en donde el paisaje significa la
conquista de una cierta identidad o tal vez en una vía de crear una identidad nacional. Si
universalmente el género paisajístico impulso
la autonomía del lenguaje pictórico, en Chile se convirtió en la explícita manifestación de lo propio.
Artistas precursores del paisajismo
en Chile:
Manuel Ramírez Rosales
y Antonio Smith iniciaron en Chile este camino.
Thomas Somerscales,
Juan Fco. González, Pedro Lira, Onofre Jarpa, Alfredo Helsby, Alberto
Valenzuela Llanos, Pablo Buchard, Pedro Luna, Agustín Abarca, Ximena Cristi,
Adolfo Couve,
entre otros..
Todo lo inmediatamente anterior dice relación con los concursos
in
situ, que actualmente son
muchos a lo largo del país y los que se realizan en la V Región, concitan el interés de
innumerables artistas que viajan y se preparan para participar, desplegando sus mejores talentos.
Mi experiencia en la organización,
producción y difusión de los concursos
in situ en Valparaíso, junto a la Asociación de
Pintores y Escultores de Chile (APECH. APECH-Marga Marga, Universidad de Playa
Ancha), he percibido que
en
todos estos encuentros se
suscita una gran camaradería; a la vez, conocer a otros
artistas , compartir e intercambiar ideas y técnicas de la pintura. Estimo de vital relevancia los vínculos que se crean y nos unen,
dejando por unos instantes la especie
de soledad inspiradora
que nos acompaña día a día y que en estos concursos los artistas dejan de lado para experimentar
con el mismo paisaje “in situ” o
“a plen air” con sus pares, la
alegría de ejercer un oficio maravilloso: ser pintor.
Valparaíso/Concón. Enero 2019.
Bibliografía:
Romera, A. : “Asedio a la Pintura Chilena” Ed. Nascimento, Santiago de Chile, 1969.
Galaz, G. / Ivelic. M.: “La Pintura en Chile”, Ed. Extensión Universitaria. Santiago de Chile, 1975.
Muñoz, María Elena.: “Atisbos de una experiencia”. Pintura chilena y vida moderna. 1880-1930. Ed. Metales Pesados, Santiago de Chile. 2014.
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