Ocuparé la metáfora de “la delgada línea roja”, frase acuñada por un corresponsal de guerra del periódico
londinense The Times, para referirse a la batalla de Balaclava, Crimea, en la
cual, el periodista testigo de los hechos, escribió en su crónica: “entre el
humo y el fuego de la batalla solo se podía observar desde la distancia la
delgada línea roja de los fusileros (“chaquetas rojas”) del 93° Regimiento deHighlanders, que en un temerario golpe de arrojo y valentía lograron detener la
feroz carga de la caballería rusa”.
Entonces, ¿Cuál es esta
delgada línea roja trazada sobre la cartografía local?, ¿la línea que sitúa al
PCdV en la llamada “zona de amortiguación”? y que al decir de Justo Pastor Mellado, permite al Parque actuar como contención entre “los cerros
gentrificados” y “el resto de la ciudad, en la ciudad como resto” (1), de
este modo el PCdV “se instala como dispositivo de contragentrificación”,
considerando además que “este es el modelo de trato que todo Estado mantiene
con la cultura: amortiguación de riesgo social.” (2)
¿Es esta línea roja el
péndulo entre centro cultural, y, centro de arte? (3)
¿Es esta línea la diferencia
entre espacio de mediación y espacio de cohesión social?
¿Es la delgada línea roja la
que separa a Mellado, por estos días, de la carga de caballería de las redes
sociales y de las “prácticas locales endogámicas”?.
Revisemos el tema.
La hipótesis de apertura de
Mellado para el desarrollo de su gestión, es, el establecer un encuadre de
densidad cultural, (¿o el período de mayor densidad de la masa crítica de la
ciudad?), situado entre 1962, año de realización de “A Valparaíso” documentalde Joris Ivens (su estreno fue en 1963) cuyo relato en off fue escrito por
Chris Marker, y, la realización de la obra cinematográfica “Valparaíso, miamor”, del cineasta Aldo Francia, en 1969.
Entre ambas fechas Mellado ubica su
hipótesis de densidad, haciendo su análisis a partir de los elementos que
entregan ambas obras: análisis de la arquitectura, análisis de la movilidad de
los cuerpos, análisis de la desvinculación social. (4)
Estos tres elementos,
conformaron en la fórmula, el encuadre de
apertura del PCdV y su posterior programación, en donde la arquitectura del
Parque fue definida a partir de la dimensión de sus dos hectáreas y media el
cual contiene tres edades de la arquitectura de la ciudad. Corporalidad,
entendida como el patrimonio de la ciudad alojado en el cuerpo de sus
habitantes y su interacción diaria con la topografía. Vínculos, entendida como
el riesgo de pérdida de los vínculos sociales y su “reproducción ritual” en las
danzas de salón (vals peruano, cueca urbana y tango) y en la música (bolero,
cueca urbana y tango). (5)
De este modo, en el
planteamiento de Mellado el PCdV es un dispositivo de lectura, que intenta
identificar elementos esenciales y definitorios de la habitabilidad porteña. Para ello “la teoría del encuadre es una herramienta
conceptual que modela la captura de indicios de cultura local que determinan la
programación.” (6)
Ahora bien, Mellado,
establece una clara frontera entre las funciones de centro cultural y centro de
arte, definiendo su propio encuadre para la dimensión de centro cultural del
Parque a partir de la lectura del imaginario local porteño por medio de “trabajos
de campo”.
En su hipótesis, un centro cultural es “(…) un dispositivo de
aceleración del imaginario local. Un dispositivo es un conjunto de procedimientos
destinados al estudio de campo, a la lectura del contexto, al diseño de
respuestas, al montaje de iniciativas de programación.” (7)
En este contexto, la gestión
del Parque ha logrado, con todo, la inscripción del espacio en circuitos
artísticos y culturales nacionales y latinoamericanos, la oposición al actual
desarrollo del PCdV parece no estar centrada en la discusión del encuadre de apertura desde una mirada
crítica, sino más bien, en una crítica social a la delgada línea entre centro cultural
y centro de arte, definidas a partir del sentido común, y no, en oposición a
las definiciones conceptuales de Mellado.
Es más, parece ser que la
masa crítica de la ciudad, no ha logrado estructurar una oposición conceptual
al encuadre de apertura, sino muy por el contrario, se ha socializado una
oposición política local al modelo de administración del Parque, a la
debilitada figura del organismo funcional comunitario (de la cual fui parte del
directorio hasta diciembre de 2013), a la imposibilidad de conformar una
corporación definitiva, al financiamiento y sus fuentes, a la ausencia de
liderazgos políticos, a los porcentajes de representatividad de las
organizaciones culturales y al modelo de estatuto de la futura corporación.
El problema obedece más a un
encuadre político que teórico y la delgada línea roja pareciera tener un
desplazamiento permanente de un territorio a otro.
Por otro lado, pensamos que
existe una nueva dimensión del encuadre, ya no de apertura, sino que un encuadre de profundización, de algún
modo enunciado y desarrollado desde la óptica de un centro de arte, pero que
consideramos debe ser “profundizado”, en el marco orientador de las políticas
nacionales de cultura y en el marco de pertinencia y pertenencia de las
orientaciones dadas a partir de la memoria de las iniciativas socioculturales
características de Valparaíso.
Nos referimos a un encuadre
de cohesión social en la gestión del PCdV.
Tironi, en un sentido amplio,
la define como “(…) la capacidad dinámica de una sociedad democrática para
absorber el cambio y el conflicto social mediante una estructura legítima de
distribución de sus recursos materiales y simbólicos, tanto a nivel socio económico (bienestar), socio político (derechos) y sociocultural
(reconocimiento), como a través de la acción combinada de los mecanismos de
asignación del Estado, del mercado, de la sociedad civil, de la familia y de
otras redes comunitarias.” (8)
Desde esta perspectiva,
amplia y abierta, y sin existir modelos precisos de cohesión social,
Latinoamérica en general y Chile en particular, parecen revisar el concepto y
sus enfoques teóricos predominantes: el europeo, en donde la figura del estado
es vital en la conformación y estabilidad de la figura y el estadounidense, de
corte economicista-liberal, en donde el mercado y la propiedad provocarían una
natural cohesión social. (9)
En la búsqueda de fórmulas
propias, parece existir un cierto acuerdo en que para el caso latinoamericano, a
diferencia de Europa y Estados Unidos, debido a múltiples factores tales como:
el desarrollo, afianzamiento y la mayor o menor presencia del estado en
determinadas temáticas y ámbitos; razones y resistencias de orden sociocultural
y sociopolíticas frente a la figura del mercado; y una memoria social
sustentada en relaciones de reciprocidad, han generado que el sustrato natural
de cohesión social para nuestra propia realidad sean las relaciones
comunitarias y su sustrato cultural. (10)
Lo anterior, quiere decir,
que cualquier mirada o desarrollo del tema debe pasar necesariamente por el
ámbito de lo social (y quizás, con más precisión, para el caso del Parque por
el ámbito de lo local). En una dimensión de gestión cultural supone además la “lectura
de campo” de un cierto ethos y de
prácticas sociales, que adecuadamente identificadas e interpretadas, podrían dar paso a un interesante
desarrollo de iniciativas de orden sociocultural que por largo tiempo se han
sostenido en la ciudad de Valparaíso.
Hablamos aquí, del
desarrollo de prácticas artísticas que integren tejido comunitario, hablamos,
de procesos de creación comunitarios que favorezcan la participación, la
inclusión, la puesta en valor de la habitabilidad del porteño. Hablamos de
procesos comunitarios de lectura del entorno que favorezcan desarrollos
mayores, que aglutinen, que logren crear pertenencia y le otorguen “sentido
comunitario” y “apropiación social”, al espacio público del PCdV.
Esto es, trabajo de campo
para la búsqueda y experimentación de formas de cohesión social, y no, datos
etnográficos para favorecer procesos de formulación de obra artística o que
actúen como sustrato conceptual de una programación.
Lo anterior, no invalida las
hipótesis fundantes del encuadre de
apertura, sin cuya existencia y posterior desarrollo, no podríamos hablar
de un encuadre de profundización,
independiente de ello, consideramos que contribuyen a ordenar la discusión que
hasta el momento sólo se sostiene en la levedad e inmediatez de las redes
sociales.
La “apropiación” del Parque
ha sido desde largo tiempo, motivo de discusión y análisis local. La discusión,
consideramos, no debe estar centrada en la cantidad de visitantes o en la
cantidad de talleres para niños y jóvenes, en las relaciones con el entorno
vecinal del Parque o en cualquier otro factor que se sostenga sobre la
confrontación cuantitativa de impacto frente a otras iniciativas de la ciudad.
La cohesión social, como eje
de trabajo de un centro cultural, pasa por la acumulación de saberes y la
presencia comunitaria, que a través del tiempo, estructuran una identidad, bien
lo sabemos, por ejemplo, quienes conocemos de cerca el potente trabajo,
encabezado durante tantos años, por Patricia Castillo en el Taller de AcciónComunitaria del Cerro Cordillera (TAC).
La cohesión social es un proceso
constructivo, que es necesario reforzar de modo permanente y que se sostiene
sobre las propias relaciones comunitarias, ejercicio en el cual el centro
cultural, sólo puede actuar como mediador de procesos, cualquier intento de
direccionar o intervenir sólo provoca la pérdida de sentido para los
protagonistas, situación insostenible frente a la propia idea de cohesión. De
este modo, el eje es reforzar y crear las condiciones para favorecer el actuar
y la creación de espacios socioculturales, hablamos aquí de talleres cuyo
resultado final quizás no sea un producto de relevancia estética, pero sí, de
talleres cuyo proceso comunitario de lectura de realidad y de creación
participativa constituyen a lo largo del proceso el auténtico valor de la
cohesión deseada.
Años atrás, cuando me
correspondió ser Director Regional del CNCA, hice un planteamiento similar para
ser desarrollado en Valparaíso, me contestaron que eso era para el MIDEPLAN, y
no, para Cultura (¿?). Con posterioridad, como Director de Cultura de la
Municipalidad de Valparaíso, volvimos a insistir en el tema, con un auspicioso
éxito con talleres desarrollados en varios cerros de la ciudad con el apoyo y
patrocinio de la Fundación Paulo Freire, sólo mencionar, que el trabajo que
pueden hacer las escuelas locales con las bitácoras de dichos procesos
constituye un invaluable material de apoyo para los profesores en la enseñanza
de las “relaciones con el medio social y cultural” que es como se denomina a
este subsector de aprendizaje.
Aprendizaje, vale
decir, un tema a desarrollar en los niños, como fuente de continuidad de la
cohesión social, esto es, niños protagonistas activos, y no, receptivos y
pasivos desde su pupitre en la sala de clases. Lo anterior significa hacer un
encuadre del Parque como espacio educativo, asociado a una red de escuelas y
espacios formales de educación, aspecto ya incorporado en el encuadre de
apertura, en algunas muestras, desde la mediación artística por medio de
monitores que explicaban a los niños visitantes los aspectos relevantes de las
obras expuestas, ello, pensamos, es posible de profundizar en un ámbito más
global de cohesión.
Pero volvamos a nuestra delgada línea roja, desplazada ahora, a
limitar entre las funciones de centro cultural y centro de arte ¿son espacios
excluyentes? pensamos que no. Creemos que las funciones de centro de arte y su
fundamento conceptual, deben no sólo ser conservadas sino que profundizadas,
como parte constitutiva de las hipótesis fundacionales del PCdV y como parte de
un proceso de inscripción del lugar como referente en el circuito artístico
latinoamericano.
De hecho, muchas de las
residencias artísticas que el Parque ha desarrollado como centro de arte,
podrían actuar como vaso comunicante entre la diversidad de funciones identificadas
para ambos centros.
Finalmente, señalar, que la
cohesión social no es una mirada nostálgica de la década del setenta o de los
ochenta, forma parte importante de la discusión en las ciencias sociales de las
últimas décadas, de la sociología del arte y de las ciencias de la educación,
por mencionar algunos de los ámbitos que organismos internacionales han
desarrollado y de la cual hay profusa bibliografía.
Los esfuerzos de UNESCO y dela Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y laCultura (OEI), han puesto especial énfasis en esta materia a través de los
espacios educativos (formales como las escuelas e informales como el Parque),
los modelos educativos en el aprendizaje del medio social y cultural, la
educación artística como medio de construcción de ciudadanía, sin mencionar a
Lev Vigotsky, y su Constructivismo Social, como base teórica de todo nuestro
sistema educativo, son algunas de las dimensiones sobre las cuales se pueden
fundamentar las relaciones entre educación y cultura y cultura y cohesión
social.
Dichos planteamientos
figuran como base de la Política Nacional de Cultura y como aspecto
irreductible de las bases programáticas de la actual administración de
gobierno, y conforman en un sentido estricto, el único nicho consistente de
cohesión social de nuestro país. Ello, transformaría al Parque en una
vanguardia de lo que debiese llegar a ser una política nacional clara y
explícita sobre el particular.
¿Dónde está finalmente la
delgada línea roja? Es sólo un mito. Como lo es el relato épico de la batallade Balaclava. La caballería rusa no fue detenida por el fuego de la línea de
fusileros con sus chaquetas rojas, la Historia (con “H” mayúscula), determina
que el general ruso pensó que la delgada línea de fusileros era una trampa y
que detrás de ella estaba el grueso del ejército británico, razón por la cual,
detuvo su ataque dando vuelta, siendo atacado en su retaguardia por los
ingleses quienes obtuvieron finalmente la victoria. Un auténtico bluff de Sir Colin Campbell, que
permitió la victoria de su Brigada de Highlanders.
Valparaíso,
27 de octubre de 2014.
Notas:
(1)
Mellado, Justo Pastor. “EscrituraFuncionaria. Ensayos Sobre Políticas de Gestión en Arte y Cultura. Editorial
Curatoría Forense. Córdoba. Argentina. 2013. Pág. 39.
(2)
Loc. Cit.
(3) Ibid.
Pág. 57. Al respecto Mellado señala: “Por esta razón, lo primero que hice al
llegar al PCdV fue formular a secas las funciones y los dominios de
verificación de dichas especificidades; por un lado existen las funciones de centro cultural y por otro
lado, en un terreno completamente diferente, existen funciones de centro de arte. (…) un centro cultural carece de
pertinencia para satisfacer las exigencias y necesidades de inscripción de los
artistas locales en la escena del arte nacional. (…) Esto quiere decir que los
centros culturales no deben echarse sobre la espalda la responsabilidad de
responder a las demandas de artistas locales que deben operar en otro espacio y
bajo otras condiciones de circulación.”
(4) CFR.
Ibid. Pág. 168-172.
(5) CFR.
Ibid. Pág. 169.
(6) Ibid.
Pág. 48-49. En la cita Mellado, refiriéndose a la teoría del encuadre, agrega:
“Estos indicios se verifican en un espacio coreográfico social (bolero, cueca,
tango), un espacio de representaciones sociales ligadas a las prácticas
artísticas (teatro, música, danza, etc), un espacio de representación de la
memoria (lugar de memoria política, archivos de lo común), un espacio de
recreación (parque), un espacio ceremonial (reparticiones estatales), un
espacio conversacional (conversatorios, mesas redondas, presentaciones de
libros. coloquios) y un espacio culinario (cocina hogareña porteña).”
(7) Ibid.
Pág 54.
(8) Tironi,Eugenio. “La Cohesión Social Latinoamericana”. Corporación de Estudios paraLatinoamerica, CIEPLAN. Uqbar Editores. Santiago de Chile. Agosto de 2008. Pág.
19.
(9) CFR.
Tironi, Ibid. Pág 20, en donde el autor puntualiza “Conceptualmente, hay dos
puntos de vista o visiones desde los cuales abordar el asunto de la cohesión
social (Valenzuela 2006, 2008; Cousiño y Valenzuela 1994): aquel según el cual
la cohesión social es un acontecimiento extremadamente improbable, que requiere
por lo tanto ser construido y preservado minuciosamente; y aquel que, al revés,
estima que la cohesión social es algo fácilmente alcanzable, y lo improbable es
que las sociedades se desorganicen hasta el extremo de perder sus estructuras
básicas de integración y solidaridad. La primera –como se sugirió antes- es la
visión europea y la segunda, la estadounidense (Tocqueville 1981; Arendt 2004;
Alesina y Glaeser 2005). En este sentido, Europa y Estados Unidos representan
dos formas distintas de ver y construir la cohesión social. La diferencia entre
estos modelos tiene su base en que la nación norteamericana es fundada ex novo, en un acto constitutivo
preciso, mientras que la sociedad europea es fruto de un largo y complejo
proceso que puede ser rastreado al menos desde el Medioevo.”
(10)
CFR. Ibid. Pág. 40-43.
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