miércoles, junio 27, 2012

En Valparaíso: El boom del grabado porteño

VIRGINIA MALUK

CRISTIAN CASTILLO

VÍCTOR MATURANA

GLADYS FIGUEROA

CHRISTIAN CARRILLO


En Valparaíso:
El boom del grabado porteño
 
El aumento de quienes cultivan esta disciplina -cerca de 120 artistas-, sumado a su esfuerzo por abordar diversas temáticas y romper los límites técnicos, habla de un atractivo fenómeno creativo en la región. La exposición "Grabado Manifiesto", del Parque Cultural de Valparaíso, recoge esta tendencia y muestra el trabajo de más de sesenta grabadores. Seis de ellos nos abrieron sus talleres.   

Texto, Jimena Silva Cubillos | Fotografías, José Luis Rissetti 
POR UN TRABAJO EN EQUIPO
Hace tiempo que una casona señorial del barrio viñamarino de Recreo cambió de uso para ver nacer obras de todo tipo de creadores. Allí, la grabadora y pintora Francisca Agurto Vigneaux (56) acoge todos los martes a catorce grabadoras que, después del 27F, ya no pueden trabajar en la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar. "En Graphos no hay profesora; todas nos ayudamos e intercambiamos ideas", dice esta artista con estudios de pedagogía en inglés y fanática de la poesía, que optó por la formación autodidacta en el caso del grabado. "He evitado academizarme mucho porque después es difícil zafarse de la impronta de los maestros".
Una de las integrantes de este grupo es Virginia Maluk Manzano (62), quien trabajaba como fotógrafa de niños y pintora, pero desde hace nueve años se dedica a explorar distintos tipos de grabado; hace xilografías y obras a partir de matrices de aluminio o de tetra pack. "Éste es un oficio complejo, pero a mí me ha permitido sentir libertad para desarrollar mi lado lúdico", dice esta artista visual que además promueve la práctica del grabado no tóxico, es decir, sin materiales y procedimientos contaminantes para el medio ambiente y dañinos para la salud de los grabadores. "Ella es muy juguetona; parte con una técnica y luego la combina con otras. Ése es uno de los aspectos que da sabor a su obra", reconoce Víctor Maturana Leighton, uno de los dos curadores de la exposición "Grabado Manifiesto".

UN MENSAJE CLARO Y DIRECTO
A pesar de que a Cristián Castillo Bascuñán (42) le apasiona hacer litografías, hace un buen tiempo derivó en el grabado en metal, el dibujo y la xilografía, ya que no cuenta con una prensa especial para ese tipo de impresión y le resultaba difícil conseguir piedras litográficas. "Estaba tan pegado en eso que incluso llegué a intervenir y abordar otros soportes como si fueran piedra", dice este creador del cerro Placeres que cursó Dibujo Técnico en la Universidad Federico Santa María y Licenciatura en Arte en la Escuela de Bellas Artes de Valparaíso, institución en la cual hoy ejerce como profesor de grabado. "Me asumo cien por ciento porteño, y por lo mismo mi trabajo está muy influenciado por esta ciudad. Habla de sus 42 cerros, bicicletas, gente, botellas, el reloj Turri y también toca el tema de la pesca porque desde niño me dedico a esta actividad como hobbie".

A juicio del segundo curador de la exposición, el pintor, bloguero y gestor cultural ArnoldoCarvajal Letelier, la obra de este grabador destaca por sobre la de otros de la región por ser clara, precisa, directa. "Su destreza, bajo perfil y temple lo hacen alejarse de un lenguaje transgresor, algo a lo que recurren varios de sus pares, para mostrar un trabajo potente, sin tapujos ni adornos superficiales".


LO MÁS ÍNTIMO DEL ARTE
Historiadora especializada en arte de la Universidad Católica de Valparaíso, con estudios de grabado, pintura, colagraf y litografía entre otros tantos, Gladys Figueroa Marchant (59) comenzó por estudiar Arquitectura, pero según cuenta tuvo que dejar esa carrera por una discapacidad física. "Soy minusválida; tengo un problema congénito en mis piernas y me cuesta mucho desplazarme de un lugar a otro. Pronto me di cuenta de que para formarse como arquitecto en Valparaíso necesariamente había que salir a recorrer sus calles y cerros, cosa que me resulta muy difícil hacer".
En una de las piezas de la casa que comparte con su madre, en el sector de Playa Ancha, comenzó haciendo grabado al linóleo porque sentía que le faltaba hacer cosas con las manos y porque para conseguir buenas impresiones no es necesario contar con tórculo o prensa de grabado. "Es un material que se usa para revestir pisos y muros, muy blando, dúctil y fácil de intervenir".
Luego descubrió que también tenía habilidades para hacer xilografía y desde que se compró su propia prensa se mueve entre ambas técnicas con total naturalidad. "Me gusta trabajar la madera porque sus fibras me imponen un desafío constante", comenta esta artista porteña que transforma a los objetos domésticos en protagonistas de sus obras.


VISIÓN MUY CONTEMPORÁNEA
Acostumbrado a romper con todo tipo de cánones, Víctor Maturana Leighton (53) cultiva con comodidad distintas técnicas del grabado porque -según dice- todo depende de su estado de ánimo. Sin embargo, hay una con la cual no comulga: la litografía. "Porque a pesar de ser tan potente como expresión, es una técnica antigua y como tal demasiado respetuosa de la tradición. No aporta nada; es rígida y a mí me gusta experimentar siempre con el ensayo y el error", dice este artista visual de Facultad de Arte y Tecnología de la Universidad de Chile que valora la textura que imprimen los nudos de la madera a sus xilografías o la calidad e intensidad de colorido que puede lograr con la linoleografía.
Éstas son sólo dos de las técnicas que desarrolla en su taller ubicado en el barrio de Recreo, en una propiedad que el obispado de Valparaíso pasó en comodato al liceo José Cortés Brown, y cuyo director facilitó a Maturana un módulo porque piensa abrir aquí un museo tipográfico que rescatará la historia y oficio de este arte en Chile. Mientras investiga y recoleta piezas de sistema de impresión que han ido quedando obsoletos, también ocupa este espacio como lugar de encuentro del Centro de Grabado de la Región de Valparaíso, agrupación que además preside y reúne a 27 grabadores locales.


GESTOR CULTURAL

Nacido en Peumo y criado en Santiago, Christian Carrillo Cáceres (38) llegó a vivir a la V Región hace veinte años. Primero se instaló en Viña del Mar junto a su familia y cuando se casó, en 2006, se fue a Valparaíso. Sobre la vereda norte de calle Urriola, justo en el límite del cerro Alegre, frente al Concepción, se encuentra su casa. En una de las habitaciones del segundo piso implementó su taller. "Hago xilografía, aguafuerte, grabado en metal y mucho collage, pegoteo y técnica mixta con diversos materiales; óleo, acrílico, esmalte sintético, tierra, arena, juguetes, cosas que recojo de la calle", dice este artista de la Escuela de Bellas Artes de Viña del Mar que cursó los diplomados de Intervención Familiar Transgeneracional y Gestión Cultural en la Universidad Católica de Valparaíso. "Reconozco que éste es un espacio que disfruto y me llena mucho, tanto como dar talleres de arte a niños de Antú, un centro de intervención de la ONG Paicabí especializado en explotación sexual comercial infantil y adolescente de la comuna de Valparaíso", cuenta este artista que, apegado a la música de los '80 acostumbra crear obras marcadas por lo político, lo popular y lo religioso. 

Texto, Jimena Silva Cubillos | Fotografías, José Luis Rissetti.
FUENTE :EL MERCURIO DE SANTIAGO,REVISTA VIVIENDA Y DECORACIÒN.

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