Por Francesca Bellini Joseph
Bogotá,Colombia
El Nuevo Siglo
Hay momentos en que ambos pueden ser puramente contemplativos y convertirse en clichés u otras veces ambos se acercan lo suficiente como para producir una paradoja
No fue hace mucho cuando algunos artistas comenzaron a interesarse por la moda. Un ejemplo importante es Sonia Delaunay quien junto a su esposo Robert estaban interesados en una pintura de tipo abstracta conocida como simultanéisme que utilizó también para producir telas estampadas que le sirvieran para diseñar ropa que ella misma vestía. Sus pinturas geométricas llenas de color se volvieron una moda simultanéisme.
En aquel momento se consideró innovadora la conquista de este nuevo terreno tanto que el escritor Apollinaire fue uno de los que mostró su entusiasmo. La nueva relación entre arte y moda fue aplaudida en el caso Delaunay porque se trataba de "pinturas vivientes" en épocas donde el dadaísmo abría las posibilidades de entender una actividad artística desde una perspectiva multidisciplinaria y abarcadora de actitudes y ánimos.
Salvador Dalí incursionó también en ese mundo dejando una vasta producción de telas que por ejemplo ha sido subvalorada en virtud de sus pinturas surrealistas. Hace pocos años se le hizo una retrospectiva en el Museo Reina Sofía de Madrid donde además de exhibir todo tipo de objetos relacionados con la moda (más que con el arte), se mostró como su relación con el artista Andy Warhol coincidía con el interés mutuo por lo sofisticado, lo excéntrico y lo estético que abundaba en el mundo de la moda y el diseño al que ellos pertenecían y disfrutaban.
Con mencionar solo estos ejemplos no se aproxima a la cantidad de exposiciones sobre moda que se han hecho en museos de arte como la muestra de Armani en el Guggenheim de Bilbao o para ser más locales la de Silvia Tcherassi en el Museo de Arte Moderno de Barranquilla. Con el paso del tiempo este tipo de muestras han generado un sinfín de controversias sustentadas con teorías cada vez más especializadas que han ido separando el arte de la moda hasta incluso enfrentarlos y enemistarlos.
En una latitud se proclama que el arte no tiene sentido en un mundo que se ha estetizado mientras se dice por el otro lado que la moda es una pequeña emoción que rompe con el tedio de la cotidianidad; pero también esta la moda entendida como la corriente principal que vuelve los artistas entes mediocres, despersonalizados y a-críticos. Claramente la pugna resulta atractiva para muchísimos creadores de ambos bandos que constantemente se mueven entre los extremos, unas veces aprovechando el lenguaje propio del arte, otras veces decidiéndose por la apariencia del diseño y en algunos casos ubicándose en el punto medio donde surge la paradoja.
En tal caso, se ha emprendido una campaña en contra de la moda para mostrarla superficial e imprescindible como si algo que genera tanta confrontación y reflexiones pudiera ser banal. Lo que llama la atención es como arte y moda son regidos por paradigmas comunes, comparten ambigüedades y repiten términos. Melissa D´croz por ejemplo, es una diseñadora de accesorios que interviene los materiales, en muchos casos los lleva a su estado de mayor vandalismo, resiste a los paradigmas sociales y los transforma en zapatos, carteras y cinturones que contienen esa paradoja que lo hace tan atractivo.
Desde la perspectiva del diseño y sin un interés consciente en arte, altera los clichés que rigen a la sociedad llevándola a los límites donde se rompe el tedio del consumismo masivo; se trata del mismo hastío que produce la cantidad infinita de "obras de arte" que no proponen más que la repetición de la repetidera. Pero en su caso, el diseño irreverente y discurso afín resiste a la corriente principal que todo lo uniforma y todo lo aplana mientras aparece desde el margen con una actitud desafiante. Esa cercanía entre ambos campos (que se evidencia más en lo conceptual que en lo formal), cuestiona a los creadores en general sean artistas, literatos, diseñadores etc. ¿No debería ser su propósito plantear si las características del mundo actual soportan prejuicios estéticos, éticos y morales? o ¿mostrar el adormecimiento que no permite disfrutar de una verdadera libertad en la forma como decidimos construir nuestra identidad?
El Nuevo Siglo
Hay momentos en que ambos pueden ser puramente contemplativos y convertirse en clichés u otras veces ambos se acercan lo suficiente como para producir una paradoja
No fue hace mucho cuando algunos artistas comenzaron a interesarse por la moda. Un ejemplo importante es Sonia Delaunay quien junto a su esposo Robert estaban interesados en una pintura de tipo abstracta conocida como simultanéisme que utilizó también para producir telas estampadas que le sirvieran para diseñar ropa que ella misma vestía. Sus pinturas geométricas llenas de color se volvieron una moda simultanéisme.
En aquel momento se consideró innovadora la conquista de este nuevo terreno tanto que el escritor Apollinaire fue uno de los que mostró su entusiasmo. La nueva relación entre arte y moda fue aplaudida en el caso Delaunay porque se trataba de "pinturas vivientes" en épocas donde el dadaísmo abría las posibilidades de entender una actividad artística desde una perspectiva multidisciplinaria y abarcadora de actitudes y ánimos.
Salvador Dalí incursionó también en ese mundo dejando una vasta producción de telas que por ejemplo ha sido subvalorada en virtud de sus pinturas surrealistas. Hace pocos años se le hizo una retrospectiva en el Museo Reina Sofía de Madrid donde además de exhibir todo tipo de objetos relacionados con la moda (más que con el arte), se mostró como su relación con el artista Andy Warhol coincidía con el interés mutuo por lo sofisticado, lo excéntrico y lo estético que abundaba en el mundo de la moda y el diseño al que ellos pertenecían y disfrutaban.
Con mencionar solo estos ejemplos no se aproxima a la cantidad de exposiciones sobre moda que se han hecho en museos de arte como la muestra de Armani en el Guggenheim de Bilbao o para ser más locales la de Silvia Tcherassi en el Museo de Arte Moderno de Barranquilla. Con el paso del tiempo este tipo de muestras han generado un sinfín de controversias sustentadas con teorías cada vez más especializadas que han ido separando el arte de la moda hasta incluso enfrentarlos y enemistarlos.
En una latitud se proclama que el arte no tiene sentido en un mundo que se ha estetizado mientras se dice por el otro lado que la moda es una pequeña emoción que rompe con el tedio de la cotidianidad; pero también esta la moda entendida como la corriente principal que vuelve los artistas entes mediocres, despersonalizados y a-críticos. Claramente la pugna resulta atractiva para muchísimos creadores de ambos bandos que constantemente se mueven entre los extremos, unas veces aprovechando el lenguaje propio del arte, otras veces decidiéndose por la apariencia del diseño y en algunos casos ubicándose en el punto medio donde surge la paradoja.
En tal caso, se ha emprendido una campaña en contra de la moda para mostrarla superficial e imprescindible como si algo que genera tanta confrontación y reflexiones pudiera ser banal. Lo que llama la atención es como arte y moda son regidos por paradigmas comunes, comparten ambigüedades y repiten términos. Melissa D´croz por ejemplo, es una diseñadora de accesorios que interviene los materiales, en muchos casos los lleva a su estado de mayor vandalismo, resiste a los paradigmas sociales y los transforma en zapatos, carteras y cinturones que contienen esa paradoja que lo hace tan atractivo.
Desde la perspectiva del diseño y sin un interés consciente en arte, altera los clichés que rigen a la sociedad llevándola a los límites donde se rompe el tedio del consumismo masivo; se trata del mismo hastío que produce la cantidad infinita de "obras de arte" que no proponen más que la repetición de la repetidera. Pero en su caso, el diseño irreverente y discurso afín resiste a la corriente principal que todo lo uniforma y todo lo aplana mientras aparece desde el margen con una actitud desafiante. Esa cercanía entre ambos campos (que se evidencia más en lo conceptual que en lo formal), cuestiona a los creadores en general sean artistas, literatos, diseñadores etc. ¿No debería ser su propósito plantear si las características del mundo actual soportan prejuicios estéticos, éticos y morales? o ¿mostrar el adormecimiento que no permite disfrutar de una verdadera libertad en la forma como decidimos construir nuestra identidad?
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