Por Francesca Bellini Joseph
El Nuevo Siglo
En la contemporaneidad las facilidades para ser lo que se quiera no están sobre la mesa sino en el computador donde incluso se puede ser Jackson Pollock e imitar sus chorriones.
Lo que tiene esta época de divertido y a la vez macabro es producir espacios como la página web ( www.jacksonpollock.org ).que da la posibilidad de convertirse virtualmente en un Jackson Pollock así la persona que entra no tenga las más remota idea de quien en el universo es él.
Una mente ingeniosa abre la posibilidad de hacer de cada cual un Pollock y darle un cursor para que realice un action painting sobre el lienzo posmoderno, es decir la pantalla del computador que se dispone siempre vertical como es claro para todos. No sorprendería que alguien que se meta tanto en el rollo de ser Pollock por un instante, acostara la pantalla en el suelo para que su "tela" quedara horizontal y pudiera completar la simulación de ser el artista diciendo: "Trabajo más a gusto en el suelo. Me siento más cerca, más parte de la propia obra, pues de este modo puedo andar a su alrededor, trabajar por los cuatro lados y, literalmente estar en el cuadro".
Con eso tenemos una metáfora a partir de un supuesto ridículo pero no por ello inútil, de lo que ha significado el transporte de las superficies (vertical-horizontal-vertical), de las ideas y de los procesos: hoy en día el sabotaje del dramático Pollock quien revolucionó la pintura al romper violentamente la relación centenaria entre lienzo y caballete para realizar una pintura horizontal, hecha sobre el piso y con características que funcionaran para tal aunque eso mostrara su propia contradicción.
Por otro lado, él como producto cultural lo llevó a constituirse como un pilar fundamental del arte norteamericano además de personaje de película debido al drama de su vida, su alcoholismo, su apasionamiento, su relación con la también "estrella" Peggy Gunggenheim, tal como a dicha sociedad le fascina: los cuentos de hadas y la creación, mediatización y fetichismo en torno a personas que por lo general muestran su lado oscuro a plena luz del día. De ese modo Marilyn Monroe se convierte en una princesa encantada, igual que Ana Nicole Smith para ser más actuales; finalmente porque las hadas logran mantenerse jóvenes y bellas por medio de hechizos, cirugías o construcciones culturales e ideológicas.
Por el mismo sistema queda mitificado Pollock como un John F. Kennedy, un Elvis Presley y como habrá de convertirse Michael Jackson: sellos para poner en la cabeza de quienes buscan identificarse con lo que representa Norteamérica. Y en ese punto el filósofo francés Jean Baudrillard (mencionarlo resulta un decisión muy actual porque murió hace tan solo dos semanas), tuvo algo para exponer. Un análisis francés a la sociedad americana contemporánea, la que el pensador definió como hiperrealista, es decir "más real que lo real" cuyos habitantes no son más que hadas incapaces de desdoblarse para ver su propia situación. Ahí surge una maravillosa perversidad a cargo de Pollock que veía la importancia de que los artistas europeos especialmente franceses vivieran en Estados Unidos porque aceptaba que la pintura más importante de su siglo era hecha en Francia y que "los pintores norteamericanos, por lo general, no han acertado con la pintura moderna en absoluto". Esta vez un pensador norteamericano que no analiza la sociedad francesa sino cómo "tener" algo de francés.
Luego de una trama de saltos generacionales, geográficos y mitológicos se abre una página con solo hacer un clic y uno se encuentra con la más relajante experiencia que se pueda tener en la mitad de un día de trabajo o para la aceptación de una noche de insomnio. Las chorreadas de "pintura" las define la mano que dirige al cursor y dependiendo del cambio de velocidad se crean gruesas gotas o finos hilos. "be Pollock" con un control semejante al que él tenía mientras chorreaba sus telas aunque paradójicamente las generaciones posteriores lo reconocieran por la accidentalidad de sus cuadros. "Puedo controlar el ritmo de pintar: no es un accidente…"· dijo el artista para la película que Hans Namuth realizó sobre su vida. El legado de Baudrillard reaparece al son del clic que cambia el color del chorreado para mostrar como el juego se vuelve experiencia real para la mente de quien cree ser la reencarnación de Pollock por el tiempo que dure la finalización de su "tela". Lo macabro es que Pollock le gritó a Namuth "I´m not a phony!". Desde eso ha sucedido demasiado.
El Nuevo Siglo
En la contemporaneidad las facilidades para ser lo que se quiera no están sobre la mesa sino en el computador donde incluso se puede ser Jackson Pollock e imitar sus chorriones.
Lo que tiene esta época de divertido y a la vez macabro es producir espacios como la página web ( www.jacksonpollock.org ).que da la posibilidad de convertirse virtualmente en un Jackson Pollock así la persona que entra no tenga las más remota idea de quien en el universo es él.
Una mente ingeniosa abre la posibilidad de hacer de cada cual un Pollock y darle un cursor para que realice un action painting sobre el lienzo posmoderno, es decir la pantalla del computador que se dispone siempre vertical como es claro para todos. No sorprendería que alguien que se meta tanto en el rollo de ser Pollock por un instante, acostara la pantalla en el suelo para que su "tela" quedara horizontal y pudiera completar la simulación de ser el artista diciendo: "Trabajo más a gusto en el suelo. Me siento más cerca, más parte de la propia obra, pues de este modo puedo andar a su alrededor, trabajar por los cuatro lados y, literalmente estar en el cuadro".
Con eso tenemos una metáfora a partir de un supuesto ridículo pero no por ello inútil, de lo que ha significado el transporte de las superficies (vertical-horizontal-vertical), de las ideas y de los procesos: hoy en día el sabotaje del dramático Pollock quien revolucionó la pintura al romper violentamente la relación centenaria entre lienzo y caballete para realizar una pintura horizontal, hecha sobre el piso y con características que funcionaran para tal aunque eso mostrara su propia contradicción.
Por otro lado, él como producto cultural lo llevó a constituirse como un pilar fundamental del arte norteamericano además de personaje de película debido al drama de su vida, su alcoholismo, su apasionamiento, su relación con la también "estrella" Peggy Gunggenheim, tal como a dicha sociedad le fascina: los cuentos de hadas y la creación, mediatización y fetichismo en torno a personas que por lo general muestran su lado oscuro a plena luz del día. De ese modo Marilyn Monroe se convierte en una princesa encantada, igual que Ana Nicole Smith para ser más actuales; finalmente porque las hadas logran mantenerse jóvenes y bellas por medio de hechizos, cirugías o construcciones culturales e ideológicas.
Por el mismo sistema queda mitificado Pollock como un John F. Kennedy, un Elvis Presley y como habrá de convertirse Michael Jackson: sellos para poner en la cabeza de quienes buscan identificarse con lo que representa Norteamérica. Y en ese punto el filósofo francés Jean Baudrillard (mencionarlo resulta un decisión muy actual porque murió hace tan solo dos semanas), tuvo algo para exponer. Un análisis francés a la sociedad americana contemporánea, la que el pensador definió como hiperrealista, es decir "más real que lo real" cuyos habitantes no son más que hadas incapaces de desdoblarse para ver su propia situación. Ahí surge una maravillosa perversidad a cargo de Pollock que veía la importancia de que los artistas europeos especialmente franceses vivieran en Estados Unidos porque aceptaba que la pintura más importante de su siglo era hecha en Francia y que "los pintores norteamericanos, por lo general, no han acertado con la pintura moderna en absoluto". Esta vez un pensador norteamericano que no analiza la sociedad francesa sino cómo "tener" algo de francés.
Luego de una trama de saltos generacionales, geográficos y mitológicos se abre una página con solo hacer un clic y uno se encuentra con la más relajante experiencia que se pueda tener en la mitad de un día de trabajo o para la aceptación de una noche de insomnio. Las chorreadas de "pintura" las define la mano que dirige al cursor y dependiendo del cambio de velocidad se crean gruesas gotas o finos hilos. "be Pollock" con un control semejante al que él tenía mientras chorreaba sus telas aunque paradójicamente las generaciones posteriores lo reconocieran por la accidentalidad de sus cuadros. "Puedo controlar el ritmo de pintar: no es un accidente…"· dijo el artista para la película que Hans Namuth realizó sobre su vida. El legado de Baudrillard reaparece al son del clic que cambia el color del chorreado para mostrar como el juego se vuelve experiencia real para la mente de quien cree ser la reencarnación de Pollock por el tiempo que dure la finalización de su "tela". Lo macabro es que Pollock le gritó a Namuth "I´m not a phony!". Desde eso ha sucedido demasiado.
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